martes, 12 de julio de 2011

José Barnoya García

Con sentimientos encontrados por el orgullo de revivir aquellos recuerdos nostálgicos y pensar que esa riqueza se agota, mi pensamiento se dirige a los barrios del centro de la ciudad. Ahí, cada sector representaba un territorio con sus peculiares características y una agenda llena de vida con infinidad de aventuras. Ustedes, queridos lectores y adultos mayores, escojan lo que más le agrade a su memoria y compártanlo en familia.

Inicien desde comprar un centavo de bolitas en la tienda de la cuadra, jugar cincos, capirucho, chajalele, chiviricuarta, hulitos, cerbatana, electrizado, hasta el tamal con chocolate de los sábados.

Las matinales de niños, matinés de jovencitos, los inolvidables beneficios de fin de año en los cines Lux, Capitol, Palace, etcétera. Los alardes para las “Suspensiones de Garantías”, “toques de queda” o “ temblores”. Enchiladas o panes de la Vicenta o las Arrechea.

Los contrastes del Carnaval y Corpus Christi en Catedral, palomitas y miquitos, pistolitas de agua, tayuyos y quesillos. La Cuaresma y Viernes de Dolores San Carlista, la devoción de Semana Santa, simbolizada para mí por Mario Ruata Asturias y mi papá, quien me enseñó que es el momento de un especial retiro espiritual. Recuerdo los recorridos procesionales con atenciones de las Molina, el doctor Mena y don Carlos Olivero Nelson, Adelita y Pachín Ogarrio, Tobi, Marisa. La horchata, agua de canela, barquillos y chiquiadores, lo que terminaba con un delicioso bacalao y arroz con calamares en donde Ogarrio, Olivero. La Feria de Agosto, su rueda de Chicago y demás aventuras.

La simpatía o antipatía de desfilar el 15 de septiembre. Octubre, mes de la Virgen en Santo Domingo, con su atol de elote y chuchitos en la tienda de la Iglesia y los odiosos exámenes de fin de año. El fiambre de mi abuela en el restaurante Las Palmas. En diciembre 7, la quema del diablo con buñuelos, el 8 día de la Virgen de la Concepción. El 16 inicio de las posadas, el 24 la venida del Niño Dios. El 28 día de los inocentes y la bienvenida al Año Nuevo con parrandón el 31 de diciembre. Esta relación de fechas para quienes superamos los 50 añejos nos refrescará momentos muy agradables.

Un encuentro casual con el doctor José Barnoya García lo trajo a mi mente como símbolo preciado de nuestra nacionalidad.

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