El pintor del movimiento y el relato, de lo fantástico y lo rea.
Sin el aguijón del filósofo, logra el descubrimiento, realiza la mayéutica. Sin ofender, amable, suavemente, muestra la forma en que los humanos emergen en el espacio y hacen la muesca sobre tiempo. Por ejemplo en El jalón , ese cuadro de los pasajeros alegres, del muchacho sonriente, acercándonos, vemos el movimiento, sentimos el aire soplando sobre el rostro, la fuerza del motor empujando la picardía de los ojos y a la vez reconocemos a los personajes, los podemos situar en la ciudad, dentro de cierto resquicio popular de tradición picaresca. Hay una manera de encuadrarlos que lo hace posible. De alguna forma Banús nos recuerda el comics, lo que éste toma del cine y lo que puede ser cierto desde la figura del cuerpo. Como su arte tiene esta facilidad de atarnos a lo posible, también lo puede hacer desde lo fantástico, es entonces que asoman esas figuras familiares pero vestidas a lo mil y una noche, en una ciudad que no conoce ni el Tora ni el Corán . El pintor se queda en el lugar de la bondad, de la alegre bonanza, del sueño perdido de Oriente Medio con su magia y sus prodigios.
Desde sus primeras obras, cuando rozó el surrealismo, Ramón tuvo la capacidad de enfrentarse al verdadero rostro humano, apoyándose siempre en la quimera. Recordemos la famosa portada de “ Humano demasiado humano ”, en el poemario de Amable Sánchez, el rostro desfigurado y al mismo tiempo figurado por el deseo. Veámoslo en la memoria y al mismo tiempo observemos el retrato de las mujeres . Tres rostros que desde sus ademanes nos permiten saber su holgura, tienen el gesto de la comodidad. Nos figuramos cómo puede ser la vida de estas féminas, que platican en el momento de la tarde cuando todo puede comprenderse. De la misma manera el retrato de la familia que enseña contenta y satisfecha al niño de la casa, e l nenón, con su rostro pletórico y mimado, pero ya aquí podemos hablar de esa otra faceta de Ramón, la caricatura. El nenón es un adulto, el eterno bebé de la familia que no pude dejar crecer a su hijo porque sobre él proyecta todo su frustración enmascarada de afecto. Debido a su talento como dibujante, Ramón tiene ese resumen del rasgo que hace a los grandes caricaturistas, aunque el desplazamiento sobre el lienzo, en Ramón está acompañado de la pintura, medio por el que logra determinar el carácter del sujeto y trascenderlo. Obtiene así una asociación más genérica, pinta literalmente la pose de un grupo determinado.
En otro cuadro En la calle , logra dibujar el suceso de las calles y la juventud. Desde la espalda de los jóvenes se puede ver la incertidumbre de esa etapa de la vida, la moda y los nuevos ropajes, la mímica del cambio, los nuevos signos. Igual que en las señoras se adivina la tertulia, y el nene un blindaje que no puede durar mucho, en los muchachos hay una inquietud que parte de sus cuerpos y se adentra en lo desconocido. Estas pinturas nos dicen más de las particularidades de una sociedad completa que de los individuos en sí mismos. Puede que esto se apoye en la animación que expresan las pinturas de Ramón, o en su relación con las técnicas de las historietas, que están basadas en la modificación que se hace sobre lo pintado en relación con el marco y las otras figuras, donde quizás estemos nosotros. Lo importante es que logra captar el modo, el estilo de las diferentes estratos sociales a las que pertenecen sus retratados y al mismo tiempo les trasfiere un semblante simpático, un buen humor.
Ramón Banús es un pintor que lleva trabajando desde 1961. Comenzó muy joven, a los 23 años, cuando partió para Italia, desde entonces el Renacimiento formará parte de su visión. Pronto comenzaría a presentar sus trabajos junto a otro pintores nóveles de ese país. A su regreso a Guatemala, por poco tiempo presentó su primera exposición en el salón de exposiciones que fuera de Bellas Artes, en 1963, y volvió a irse. Esta vez hacia España, donde conoció personalidades del mundo de la literatura, al famoso poeta inglés Robert Graves, a Pablo Antonio Cuadra, Gerardo Diego y Franco Cerutti, con quien mantuvo una relación de amistad.
A finales de los 60 trabajó como agente cinematográfico y gracias a ello conoció a Federico Fellini, a quien vio ensayar el Satiricón ; a Luchino Visconti Los Malditos . Es por esos años que se familiariza con el trabajo de Ernest Fuchs y el Realismo Fantástico, estilo que sigue siendo parte importante de sus trabajos. A principios de los 70 se quema su estudio en Roma y decide quedarse en Guatemala.
Cada etapa de su trayectoria refuerza el propio decir, el estilo de Ramón: la proporción de la figura realista, el lenguaje de mucho movimiento, y lo fantástico. Luego, la historia detrás de lo pintado es parte de la movilidad y el sentido del humor, que de vez en cuando se agudiza para llegar a ser una ironía de lo pintado, pero donde siempre hay algo que contar. Las pinturas de Ramón Banús son un relato.